lunes, febrero 20, 2006

a Gal

Ella guardaba en sus manos
palabras,
soles,
pequeñas piedras,
amuletos,
el canto de las aves del amanecer.

La música del pinar,
le acunaban los sueños.
Cargaba sus bolsillos con semillas
y tierra fresca.
Se bebía el sol con los ojos
y con su piel el río.

Se desbordaban de luz y gotas
sus pestañas

Ella se refugiaba
en las copas de los árboles
se resguardada del viento
dibujaba con sus manos
horizontes de palabras,
soles y mañanas.

Despedía al atardecer con sus labios
de sus bolsillos
tomaba el trigo y la tierra
y cantando conjuros
creaba su futura mañana.

martes, febrero 07, 2006

Semilla...

La oscuridad me abraza
y me acuna en su vientre
meciéndome
mientras,
refugiada y permeable
espero
el estruendo de los cielos que
escurra los blancos pechos
y estallen en sudor
hasta penetrar la inmensidad que me protege
y besar mis poros abiertos
y así
extender mi cuerpo
hasta alcanzar tu suspiro con mis verdes
y que mis ramas sean
quienes dibujen
el viento de cada amanecer.

jueves, febrero 02, 2006

"deli- delibe-raciones"


Claro, de dicha historia y de mi ser lesbiana me vengo a enterar casi 30 años después...
Mientras tanto, en aquellos treinta años, mi vida fue como la de cualquier niña argentina de clase humilde, pero con la mejor disposición (o pre) de sus padres a que creciera buena y sanita.
Fue una infancia donde todo estaba dividido en dos colores y a cada uno le correspondía "tareas" asignadas. El rosa era uno, en donde encuadraría yo por ser una niña y el color celeste perteneciente a los nacidos varones. Sí, todo asignado. Vestidos, muñecas, cocinitas y planchitas eran mi destino. Bueno, no lo decía yo, lo decía el mundo en su totalidad, o la totalidad que me representaba: padres, parientes, vecinos, radios, televisor, discursos, todos, de acuerdo con está clasificación para el bien desarrollo del ser "nena" o "nene".
Afortunadamente, y gracias a una fuerte conexión que tuve con mi madre, las cosas fueron cambiando para mi, por lo menos, en cuestión de juegos.
Recordar como primer regalo de "reyes" una camioneta "duravit" no es poca cosa, es más que una afirmación de lo dicho, es una certera convicción de que aquella estructura iba a ser destruida. Fue un presagio, un deseo, un simple pensamiento? Quién sabe?